Todos estamos familiarizados con el término CI: una prueba para medir lo bien que uno puede razonar y resolver problemas. Muchos de nosotros hemos hecho un test de CI en nuestra vida, pero aparte de saber nuestra puntuación y cómo se compara con la de otras personas, no está del todo claro si este cociente por sí solo es el mejor predictor del éxito.
Una medida más valiosa utilizada en el mundo de los Recursos Humanos es la “EQ”, o inteligencia emocional. Mide nuestra capacidad para comprender, utilizar y gestionar nuestras emociones y las relaciones con las personas. Esta medida, cuando se utiliza eficazmente, ayuda a las personas a aliviar el estrés, a mejorar la comunicación con sus compañeros de trabajo y con la dirección, y permite a una persona desactivar los conflictos de forma más fiable.
Muchos de nosotros hemos trabajado desde casa desde que se produjo la pandemia de COVID-19 en marzo de 2020 o hemos trabajado en entornos difíciles con miembros del público frustrados. Cuando el mundo vuelva a la normalidad, muchos de nosotros volveremos a la oficina y tendremos que desenvolvernos en entornos interpersonales diferentes. Desarrollar y comprender tu Inteligencia Emocional puede prepararte para estos retos y posicionarte mejor en general en la vida.
Las investigaciones sugieren que quienes tienen una alta inteligencia emocional están mejor posicionados para el liderazgo, lo que a su vez puede dar lugar a oportunidades de obtener un mejor salario. Se trata de una capacidad para que los trabajadores de todos los niveles tengan éxito. Los estudios de casos realizados en grandes empresas también sugieren que la inteligencia emocional puede ser un importante factor de predicción -hasta un 400% más potente que el CI- del éxito laboral.
Al igual que el coeficiente intelectual, si se conocen los puntos de referencia que componen la Inteligencia Emocional y cómo influye en el rendimiento, se puede mejorar el rendimiento en el trabajo, así como la salud física y mental.
La mayoría de los expertos dividen la Inteligencia Emocional en cuatro áreas:
- Autogestión – La capacidad de controlar tus sentimientos y comportamientos impulsivos.
- Autoconciencia – Ser capaz de reconocer tus propias emociones.
- Conciencia social – Reconocer las emociones, necesidades y preocupaciones de los demás.
- Gestión de las relaciones – Desarrollar y mantener relaciones laborales y personales decentes.
¿Te has fijado alguna vez en esa persona de tu lugar de trabajo o de tu círculo social a la que la gente se siente atraída o que es la persona a la que se acude en el trabajo? Es probable que tenga una alta Inteligencia Emocional. Según Kendra Cherry, autora de “Utilizing Emotional Intelligence in the Workplace”, puede ser un factor que influya en la forma en que los trabajadores se relacionan con sus colegas. “La inteligencia emocional está ampliamente reconocida como una valiosa habilidad que ayuda a mejorar la comunicación, la gestión, la resolución de problemas y las relaciones en el lugar de trabajo. También es una habilidad que, según los investigadores, puede mejorarse con formación y práctica.”
El hecho de que sientas que tu coeficiente intelectual actual es bajo no significa que no puedas mejorar. Hay cursos y seminarios de formación en línea, algunos de ellos gratuitos, que te ayudarán a desarrollar tu coeficiente intelectual.
“Sí, tu coeficiente intelectual puede ayudarte a entrar en la universidad, pero es tu Inteligencia Emocional la que te ayudará a gestionar el estrés y las emociones cuando te enfrentes a los exámenes finales”. Jeanne Segal, doctora y una de las autoras de Mejorar la inteligencia emocional. “El CI y la Inteligencia Emocional existen en tándem y son más eficaces cuando se basan el uno en el otro”.
Si puedes identificar y comprender tus emociones y sentimientos, puedes aprender a regularlos mejor.
El doctor David B. Feldman, profesor del departamento de psicología de la Universidad de Santa Clara, resumió la Inteligencia Emocional así: “Aprender a ser más hábil emocionalmente no es una panacea. No eliminará todos nuestros sentimientos negativos ni provocará un estado de felicidad constante. Esos objetivos son probablemente imposibles. Pero parte de la inteligencia emocional consiste en darse cuenta de que nuestros sentimientos no son nuestros enemigos. De hecho, si los abordamos con sabiduría, pueden ser algunos de nuestros mejores amigos”.
Cuanto más apoyemos el coeficiente intelectual emocional de nuestros empleados, más podremos mejorar nuestro entorno laboral, mejorar nuestras relaciones, mejorar la retención de los empleados y, como dice Feldman, fomentar la camaradería. Algo que a todos nos vendría bien después de la crisis.