Un líder mundial en crecimiento y logros personales detalla cómo los empresarios y líderes pueden mejorar su forma de enfrentarse a los acontecimientos difíciles.
La proactividad emocional, o inteligencia emocional, es para mí una parte fundamental del éxito, pero de la que pocos son dados a hablar. Predicamos la proactividad en casi todas las facetas de nuestras vidas y estilos de vida (trabajo, ejercicio, planificación del futuro, etc.), pero con demasiada frecuencia descuidamos el establecimiento de una sólida base emocional, de la que dependen y se basan la mayoría de las demás facetas de la proactividad.
Hace poco tuve la oportunidad de explorar varios aspectos y beneficios de la proactividad emocional con un buen amigo, Brendon Burchard. Es uno de los entrenadores de vida y de negocios más importantes del mundo, un autor de éxitos de ventas y un gran tipo en general. Una de las ideas más absorbentes que compartió conmigo es que cuando sus clientes entienden, aplican y dominan esta característica, sus vidas cambian de forma profunda. Reconocí que sus observaciones serían útiles para cualquier empresario en ciernes, para quienes desempeñan funciones de gestión o liderazgo, para quienes están dispuestos a elevar su nivel personal o para cualquier persona que luche contra la coherencia emocional.
¿Qué es la inteligencia emocional?
En términos generales, este término se refiere a cómo queremos sentirnos, y luego tomar decisiones conscientes que nos ayuden a sentirnos de esa manera continuamente – en el proceso de darse cuenta de que somos más grandes que nuestras circunstancias … más grande que cualquier situación dada.
Burchard lo define de esta manera:
“Las emociones son fugaces. Los sentimientos se quedan en la interpretación que hace nuestra mente de esas emociones. Cuando los patrones de sentimientos aumentan, se crea un estado de ánimo, que crea más emociones. Éstas empiezan a quedarse con nosotros durante más tiempo, convirtiéndose en nuestra visión del yo. Sin una inteligencia emocional adecuada, esta percepción del yo puede desviarse, y rápidamente, dañando lo que vemos de nosotros mismos y en lo que nos convertimos.”
Todo comienza con “VIBES”
No huyas todavía… No me refiero a “vibraciones” en el sentido de la Generación Z. En su lugar, utilizo la palabra como un acrónimo – uno elaborado por Burchard y que describe una guía paso a paso para construir la inteligencia emocional.
V – Visión
I – Perspectiva e interpretación
B – Traer la energía
E – Gestión de la energía
S – Servicio a los demás
“La visión comienza cuando definimos cómo queremos sentirnos al movernos con intención por nuestra vida”, explica Burchard. “Establecer esta visión es algo más que decir: ‘Quiero ser feliz’; es una inspección minuciosa de qué tipo de sentimientos queremos aportar cada día. La visión y la interpretación nos permiten inspeccionar de forma proactiva lo que está ocurriendo. Nos permiten separar lo que sentimos de lo que está ocurriendo. Traer la energía habla por sí misma: cómo elegimos aplicar la energía personal cada día. La gestión de la energía, por su parte, nos permite supervisar y gestionar las salidas y entradas, y el servicio a los demás aporta sentimientos positivos, nos da energía e infunde perspectiva a nuestras vidas.”
Cada pieza del acrónimo es cíclica y se construye sobre sí misma. A medida que mejore su capacidad para poner en práctica estas prácticas, verá mejorada su resiliencia mental.
Los beneficios
¿Quién no quiere ser más fuerte mentalmente, y quién no quiere que esa fortaleza se mantenga día a día, año a año y década a década, sin importar las dificultades o los inconvenientes circunstanciales? Estas características son sólo una parte de los beneficios de una mayor inteligencia emocional. De nuevo, en palabras de Burchard
“Mis clientes ahora se ven a sí mismos bajo una luz diferente. No se sienten desanimados por las acciones de otras personas. Se dan cuenta de que las circunstancias -negativas o positivas- no son un resultado directo de lo que son como persona. Tienen una intención sobre su estado emocional, y eso les permite una increíble autonomía y claridad en cualquier situación.”
Otro beneficio, añadió, es que los directores generales tendrán una mayor capacidad para tomar decisiones en tiempos difíciles y también para ser innovadores y creativos, incluso cuando las circunstancias sean estresantes y tensas. Y, sobre todo, aumenta la felicidad general, así como la energía y la positividad, independientemente de lo que ocurra en sus vidas.